Recientemente, uno de mis alumnos y yo hemos estado aprendiendo sobre la escritura de procesos, que puede ser un lugar excelente y accesible para comenzar la instrucción de escritura (más allá del nivel de las frases). Ya sea que nos demos cuenta o no, vemos este tipo de la escritura todo el tiempo, en forma de recetas, manuales u otras instrucciones escritas, por lo que es una estructura familiar y un formato sencillo para escribir.
Aunque la escritura de procesos consiste principalmente en pasos numerados en un proceso, siempre hago que mis alumnos incluyan una línea de apertura, que funciona como una introducción o una oración temática, y una línea de cierre que actúa como una oración final. Agregar estas dos oraciones al principio y al final del proceso introduce la idea de la organización básica del párrafo: una oración temática que le dice al lector lo que seguirá, detalles de apoyo y una conclusión que une todo. Luego, cuando pasamos a la siguiente unidad de escritura, esa idea ya se ha establecido y los estudiantes se sienten más seguros con sus conocimientos de escritura.
En una clase anterior, mi alumno y yo fuimos a la cocina y le di instrucciones verbales para una receta simple de galletas de chocolate sin hornear, que él siguió mientras mezclaba un lote de galletitas. Luego volvimos al aula, donde él escribió el proceso como un párrafo de instrucciones, completo con una introducción y una conclusión. Como tarea, le asigné que escribiera cuidadosamente otro conjunto de instrucciones, para una actividad de su elección, pero algo que pudiéramos lograr en media hora. Le dije que intentaría completar esa actividad siguiendo sus instrucciones, para ver cuán precisas y utilizables eran.
Antes de la próxima clase, estaba un poco nervioso, sin saber qué proceso intentaría enseñarme mi alumno, pero pensaba que aprenderíamos algo simple, como lanzar una pelota de rugby o tocar un cierto acorde en una guitarra. ¡Imagine mi sorpresa cuando apareció con una gran bolsa llena de utensilios de cocina e ingredientes que incluían leche condensada, crema, galletitas y limones! Anunció con orgullo que prepararíamos la famosa receta de la torta de limón de su madre. Nos dirigimos a la cocina de nuevo, con sus instrucciones escritas en la mano, y me puse a trabajar haciendo la receta.
Felizmente, las instrucciones eran casi perfectas (solo había olvidado un paso menor en el proceso), ¡y la tarta estaba increíblemente rico! Cuando terminó, nos sentamos en el patio y disfrutamos de una gran ración, un final delicioso para una clase divertida y llena de aprendizaje.